El reto del transporte de personas en las ciudades
La creación de la cátedra «Nos mueves» (Innovación, tecnología y movilidad sostenible para las personas) es otro ejemplo de la proactividad de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM) en términos de trabajo en beneficio de toda la sociedad. Esta cátedra universidad-empresa «es una oportunidad estupenda de reforzar la colaboración entre ALSA y el Centro de Investigación del Transporte (TRANSyT) de la UPM en aras de desarrollar ideas y proyectos que integren las nuevas tecnologías con las necesidades de las personas para promover una movilidad más sostenible», asegura José Manuel Vassallo, catedrático del departamento de Ingeniería del Transporte, Territorio y Urbanismo de CaminosUPM y coordinador de la línea de investigación sobre nuevos modelos de negocio de la movilidad en el Centro de Investigación del Transporte (TRANSyT) de esta universidad.
Esta idea nació en una jornada que se llevó a cabo para celebrar el 15 aniversario del Centro de Investigación del Transporte (TRANSyT), creado por acuerdo de la Junta de Gobierno de la UPM el 19 de diciembre de 2002. Este centro de investigación y desarrollo tiene el más alto nivel científico y tecnológico y su objetivo es abordar las dimensiones económicas, sociales, ambientales y espaciales de la movilidad y el transporte para brindar soluciones innovadoras a la sociedad.
También está entre sus metas explorar, imaginar y diseñar el futuro de la movilidad sostenible; generar capacidad de liderazgo y participación en programas de investigación de vanguardia, proyectos y redes en el ámbito del transporte a través de un equipo multidisciplinar vinculado a la innovación y la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible; y especialmente reforzar la relación con otros centros, nacionales, europeos y del resto del mundo, para promover el desarrollo de redes de colaboración y conocimiento e intercambio dentro del área de conocimiento del transporte.
Tender un puente con ALSA, un actor central en el transporte en toda España, es un paso muy importante en función de estas ambiciones, está claro. «En esa jornada del aniversario del Centro de Investigación del Transporte un alto directivo de ALSA nos manifestó el interés de la empresa de crear una cátedra de este tipo. Finalmente, la cátedra se firmó antes del último verano. Muy pronto nos planteamos una primera actividad, la jornada que celebramos a mediados de octubre de este año, que fue muy interesante».
En esa jornada, estuvo a cargo de la apertura José Miguel Atienza Riera, Director de la ETSI de Caminos, Canales y Puertos de la UPM. Y disertaron Marta Serrano Balbuena (Secretaria General de Transporte Terrestre, Ministerio de Transportes y Movilidad Sostenible), Francisco Iglesias Campos (Consejero Delegado de Alsa), Marta Serrano Balbuena (Secretaria General de Transporte Terrestre, Ministerio de Transportes y Movilidad Sostenible), Luis Miguel Martínez Palencia (Director de Planificación Estratégica y Explotación del Consorcio Regional de Transportes de Madrid), Guillem Alsina Martí (Responsable del Servicio de Planificación del Transporte Público del Àrea Metropolitana de Barcelona), Cristina Arjona Molina (Coordinadora de Campaña de Movilidad. Greenpeace), Julián Sastre González (Presidente del Instituto de Movilidad),Cristina López García de Leániz (Directora Técnica del OMM. Centro de Investigación del Transporte TRANSyT-UPM) y Queti Arteta Rodríguez (Socia Directora. OPTA Consultores).
En el cierre de la jornada, a la que asistieron profesionales del ámbito de la consultoría de transportes, académicos, representantes de operadores del transporte, personal de diferentes administraciones públicas y periodistas, hubo una mesa redonda enfocada en la movilidad sostenible moderada por el catedrático Vassallo, Director de la Cátedra «Nos Mueves», que tiene planeado organizar jornadas de difusión de este tipo para promover una movilidad más sostenible y más humana y «también llevar a cabo estudios y trabajos orientados a la divulgación social de aspectos que puedan aportar en el ámbito de la movilidad sostenible, especialmente teniendo en cuenta las necesidades crecientes de los usuarios», explica Vassallo.
«Además de estas jornadas con profesionales del sector del transporte, planteamos algunos cursos de formación que pueden estar orientados a los alumnos. De hecho también vienen alumnos a este tipo de jornadas», agrega el director de la cátedra «Nos mueves».
1.- En líneas generales, ¿cómo evalúa la situación del transporte en España en la actualidad?
Creo que es un país con una clara conciencia de que corresponde dar un buen servicio de transporte a los usuarios. No es un servicio perfecto, claro: hay incidencias por obras o por episodios de lluvia intensa, por ejemplo. Pero es un transporte de muy buena calidad. Generalmente no se encuentra congestionado, tiene precios muy asequibles y llega a prácticamente a todos los sitios. El transporte público de ciudades importantes como Madrid, Barcelona y Valencia funciona bien.
2.- La sostenibilidad es hoy un asunto de primer orden, ¿no?
Sin dudas. Y es un problema complejo porque no se trata sólo de las emisiones que se producen por la operación del transporte y el consumo de combustible, sino también de la que provoca la fabricación de los vehículos, las de su mantenimiento… Es un gran dilema, la verdad. La movilidad es algo que forma parte de la calidad de vida de las personas y no se debe constreñir, pero los excesos nunca son buenos. En ese sentido es importante tener una política de precios adecuada. Ahora mismo se está hablando de que los medios de transporte tienen que internalizar sus externalidades. Esto quiere decir que deben pagar por los costes ambientales que producen. El avión, por las emisiones de dióxido de carbono, y los vehículos privados, por la contaminación atmosférica en las ciudades. Cuando hablo de «excesos» me refiero a que no tiene sentido que nos movamos más de lo que debemos racionalmente. Pasa lo mismo con el turismo, que también debe ser sostenible.
El turismo está muy bien, eso no se discute, pero llega un momento en el que empieza a expulsar a mucha gente de su propia ciudad. Es un indicador de que algo no se está haciendo bien.
3.- ¿El transporte subsidiado, una medida que se tomó durante la pandemia, puede ser un factor que incentive esa movilidad «excesiva»?
Fue la discusión clave de la jornada. Está claro que estas ayudas al transporte han incrementado su uso. En ese sentido, la medida es buena. Porque un mayor uso del transporte público implica que haya menos vehículos en la calle y por lo tanto menos congestión y menos contaminación. Pero por otro lado aparece el problema de que una mayor demanda obliga a una mayor oferta. En las horas punta, en la línea 10 del Metro de Madrid no caben más personas, por ejemplo. En el corto plazo este es un problema difícil de resolver. Habría que construir líneas adicionales, pero eso lleva tiempo. Hay muchos aspectos para discutir. Estos subsidios se pagan con aportes de todos los españoles al sistema impositivo. Mi impresión es que el gobierno aboga por que los subsidios destinados a algunos colectivos específicos se mantengan. Las tarifas no han vuelto a subir porque el coste político que tiene esa decisión es alto. La gente ya no se acuerda de que pagábamos el doble para viajar hace dos años. También es cierto que algunos países avanzados se están planteando la gratuidad del transporte público. Pero para eso debe diseñarse un sistema de transporte público con mucha capacidad, que garantice poder absorber la demanda sin comprometer la calidad del servicio.
4.- ¿Madrid no es una ciudad un poco hostil con el transporte sostenible? Con las bicicletas especialmente.
El problema que tienen muchas ciudades europeas es que debido a que son históricas y su urbanismo es de hace muchos años, el espacio disponible para carriles-bici exclusivos es poco. La solución que se ha encontrado son los carriles de 30 kilómetros por hora, en los que pueden convivir automóviles con bicicletas, patinetes u otro tipo de vehículos de micromovilidad. El problema es que los conductores no están habituados a esa convivencia. Ni los de coches ni los de bicis y patinetes. También es cierto que Madrid es una ciudad muy calurosa en verano y bastante fría en invierno. Y que tiene muchas pendientes. Entonces el uso de la bicicleta no es tan tradicional como en otros sitios: Valencia, Sevilla, Barcelona… Pero las autoridades públicas están abogando por el crecimiento de este servicio. Yo cada vez veo más bicicletas compartidas en Madrid. Es verdad que por ahora no veo tantas como vehículos privados, pero empiezan a ser parte del ecosistema de movilidad de la ciudad.
5.- ¿Qué otra cuenta pendiente nota en Madrid en materia de transporte público?
Madrid necesita también un sistema de pago más sencillo. Estamos muy condicionados por la tarjeta de pago de transporte público del consorcio. Un extranjero que viene con su tarjeta de crédito puede pagar en el autobús pero no en el metro. Se debería poder pagar con tarjetas de crédito, con el móvil, como pasa en Londres, por ejemplo. Se debería poder gestionar el abono a través de otras pasarelas de pago.
6.- ¿No faltan políticas para desalentar el uso del vehículo privado?
Si se analiza cómo han evolucionado las cuotas movilidad en diferentes ciudades de España, lo que se observa es que en aquellas que han puesto el foco en reducir la circulación de vehículos privados e incrementar el transporte público, la cuota del transporte público aumenta muy poco y la de transporte privado se mantiene igual e incluso a veces crece. Hay varias explicaciones para esto. El uso del vehículo privado está muy relacionado con la riqueza. Si alguien tiene recursos para tener un vehículo privado, muchas veces acaba teniéndolo. Por otro lado, las ciudades europeas, y Madrid en particular, están viviendo un proceso de suburbanización muy importante. La gente deja de vivir en el centro de la ciudad y pasa a vivir en la periferia, donde hay conexión con el transporte público, pero más compleja que en el centro. Muchas veces, los movimientos de las personas se producen en la periferia dónde la accesibilidad al transporte público suele ser limitada. Y también hay condicionantes de tipo familiar. Las personas jóvenes son más reacias a comprar un vehículo privado, pero en el momento en el que se casan y tienen hijos sí que lo hacen. Es difícil sustituir al vehículo privado en algunos nichos de mercado. Porque es cierto que se trata de una alternativa conveniente en la medida que se tengan los recursos para escogerla. Las nuevas tecnologías van a ayudar mucho porque van a permitir vehículos compartidos que relacionen orígenes y destinos en la periferia de forma más rápida. De ese modo se podrán concentrar viajes en vehículos rápidos y más eficientes.
7.- Se vienen los autos sin conductor, un componente nuevo en el ecosistema del transporte.
Estoy seguro de que los habrá en las grandes ciudades. Elon Musk acaba de anunciar el «robotaxi», un vehículo sin conductor. La automatización de la movilidad ya es una realidad. Pero pasar de llevar a una persona en el volante por si acaso a que no haya volante en el vehículo es un salto muy grande. Veremos cómo evoluciona eso. En los casos de los aviones o los trenes la operación automática es más simple porque los entornos son más sencillos. Un vehículo privado que circula por una ciudad tiene interacción con mucho más tráfico y es más difícil de programar.
8.- ¿Hay alguna ciudad que tenga un sistema de transporte público que pueda considerarse un modelo?
Es difícil encontrar una ciudad de gran tamaño en las que el sistema de movilidad funcione a la perfección. Yo diría que Madrid es un buen ejemplo de eficacia. Pero no es una ciudad tan grande, tiene 3 millones de habitantes y un área metropolitana de 5 millones y medio. París y Londres también tienen buenos sistemas de transporte público, pero con tiempos de commuting largos y problemas de saturación muy grandes. Viena y Berlín tienen sistemas muy buenos, pero son ciudades de tamaños más razonables. China y Japón han invertido muchísimo en transporte público también.
9.- Es un escenario complejo el del transporte porque con los avances tecnológicos aparecen todo el tiempo nuevos actores: el carsharing, el carpooling…
En TRANSyT hemos llevado a cabo estudios que indican que algunas formas de movilidad compartida sustituyen un porcentaje elevado de viajes en transporte público. De hecho, ya antes de la pandemia muchas ciudades empezaron a notar un descenso en la cantidad de viajes en transporte público por la aparición de estas tecnologías. Pero también les quitan viajes a los vehículos privados. Y los viajes suelen ser más limpios porque muchos vehículos de la movilidad compartida son eléctricos. Uno de los problemas del vehículo privado es que su proceso de fabricación genera muchas emisiones y mucha gente lo compra y lo usa muy poco. En cambio, el ciclo de vida de un vehículo de Bolt o Cabify se aprovecha al máximo. En todo caso, el uso de estas nuevas tecnologías es un fenómeno que está cambiando la movilidad urbana y que tendrá un impacto positivo en la sostenibilidad. Un tema clave del futuro es el desarrollo de nuevas tecnologías de combustibles y descarbonización. La sustitución de combustibles fósiles, el uso de vehículos eléctricos, el hidrógeno verde, que todavía es muy caro, los combustibles sintéticos… Allí hay que poner el foco.