Antonio López Corral fue distinguido con el premio Calvo Sotelo al liderazgo público

Antonio López Corral fue distinguido con el premio Calvo Sotelo al liderazgo público

Antonio Manuel López Corral cree que un ingeniero debe tener necesariamente nociones de economía y finanzas. Incluso tiene que estar preparado para poder organizar una empresa. Y con ese objetivo trabajó durante muchos años en su rol como docente en la UPM. «El principal legado que nos deja a los ingenieros es el desarrollo del sistema concesional. Fue el gran impulsor de la modificación de la ley de contratos del sector público que ha sido tan importante para el éxito de las empresas constructoras españolas a nivel internacional», opina Vicente Alcaraz, subdirector de la Escuela de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos de la Universidad Politécnica de Madrid.

Este año, la Fundación Caminos y el Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos (CICCP) le otorgó a López Corral el Premio Calvo Sotelo al Liderazgo Público. «Es un reconocimiento muy merecido y un gran orgullo para la Escuela», asegura José Miguel Atienza, director de la Escuela de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos de la UPM. «A mí me alegró especialmente que este premio haya sido promovido por profesores de la Escuela de Caminos. Me resultó muy agradable que mis propios compañeros lo hayan propuesto», dice por su parte López Corral.

«Yo me especialicé en economía aplicada a la obra pública, en la financiación de las infraestructuras -explica el profesor-. La economía era algo lateral para los ingenieros, entonces era muy necesario romper la idea de que un ingeniero debía tener solamente una formación técnica. No hicimos más que recuperar un modelo que ya existía en la Antigua Roma. Las infraestructuras se pueden autofinanciar, un ingeniero puede ocuparse de planificar y financiar una infraestructura, de gestionarla de tal manera de que genere ingresos para pagar la deuda que exigió su construcción. Es un proceso de 30 o 40 años. E insisto, es algo que los romanos ya sabían».   

López Corral es sin dudas un referente en todo lo relativo a la colaboración público-privada en las concesiones de infraestructuras en España. «Yo recuerdo especialmente el Máster que él impartía en la Escuela porque era muy transformador», sostiene José Miguel Atienza. 

«Desde el punto de vista de los que trabajamos en la obra civil, una colaboración público-privada es una obra del sector público en la que se permite que un privado participe financiando y asumiendo los riesgos propios de la explotación económica de esa obra», aclara López Corral.  

«La concesión no es más que una de las formas jurídicas que adopta una colaboración público-privada, que es un concepto más amplio, porque podemos referirnos a una concesión de obra pública, a una concesión de dominio público e incluso a otras formas jurídicas distintas», agrega.

«Es un sistema que se usó en la Antigua Roma, en la época de los señores feudales y, más cerca en el tiempo, para desarrollar la red de ferrocarriles en Estados Unidos -prosigue López Corral-. A España le permitió desarrollar una red de autopistas que necesitaba muchísimo y para la cual no tenía los fondos. Esas autopistas se construyeron con inversiones extranjeras». 

López Corral también señala que es muy importante marcar las diferencias entre la colaboración público-privada y la privatización: «En la privatización, la titularidad del servicio y de la infraestructura es del privado; en la colaboración público-privada, en cambio, la titularidad del servicio y la responsabilidad última por el funcionamiento es de la administración pública. No es una diferencia menor y es pertinente señalarla porque muchas veces se suele confundir estos conceptos».

Para poner un ejemplo concreto: la recogida de los residuos en Madrid es un caso de colaboración público-privada. El servicio depende del sector público, pero los activos (los vehículos, en este caso) son privados. Lo que la distingue de la privatización es la titularidad del servicio. De eso habla López Corral. 

El Máster en Gestión de Infraestructuras creado por este prestigio ingeniero y docente español tuvo quince ediciones muy bien acogidas por las empresas españolas. Allí se formaron más de cuatrocientos profesionales, la mayoría ingenieros de caminos que participaron en muchos proyectos en el exterior y reforzaron la marca España. «Debemos poner en valor este modelo español de gestión de infraestructuras que es reconocido internacionalmente como muy exitoso», apunta López Corral. 

«España es una de las principales potencias constructoras del mundo. Sólo superada por China. Somos buenos especialmente en temas en los que se le pide a la empresa algo más que la ejecución de la obra  -remarca-. En la Escuela de Caminos de Madrid nos corresponde ser innovadores y hacer apuestas al futuro. Y creo que hemos logrado mejorar la economía, la estructura productiva del país y la imagen de la marca España. Debemos estar orgullosos de esos logros». 

López Corral fue funcionario en la gestión de gobierno de José María Aznar. Organizó un plan de infraestructuras asociado a la Agenda 2000, sostenida con fondos de la Unión Europea (UE). «A mediados de los años 90, España era un país recién ingresado a la UE -recuerda-. Necesitábamos muchas infraestructuras porque había unos cuantos países europeos que eran más competitivos que nosotros. En esa época yo trabajaba en el Gabinete Técnico del Secretario de Estado de Hacienda y peleamos mucho para conseguir que, cuando entrara en funcionamiento la Agenda 2000, España tuviera una participación que le permitiera financiar esa infraestructura faltante y así mejorar su competitividad, generar recursos y, a partir de allí, poder devolver crédito»

López Corral afirma que aquella política de gestión de infraestructuras fue un verdadero logro: «Conseguimos lo que necesitábamos: hoy tenemos 15.000 kilómetros de autopistas, una gran red aeroportuaria y portuaria, el metro de Madrid tiene 250 kilómetros… Estamos muy bien dotados para una ciudad de 6 millones de habitantes. Ahora hay que hacer un esfuerzo más para completar nuestra red de infraestructuras, en todos los sentidos: sanitarias, educativas, carcelarias… Hay que dotarlas con buen equipamiento humano, con gente formada. Ahí tenemos un nivel aceptable, pero podemos mejorar»

Una de las claves de la estrategia de López Corral en la función pública en la década del 90 fue la internacionalización. «Veníamos de muchos años de vivir aislados de Europa por decisión del franquismo, había que organizar la legislación para que todo sea más eficiente, más ágil. Al margen de la obra propiamente dicha, nos dimos cuenta muy pronto de que era necesario tener un proyecto de gestión y financiación. Y que eso requería de un tipo de formación distinta. Por eso creamos el Máster. Establecimos una serie de colaboraciones con universidades estadounidenses, con la administración pública norteamericana, el Banco Mundial y el BID para ayudar a gobiernos de América Latina a desarrollar infraestructura, los ayudamos a actualizar la normativa y aportamos nuestra propia experiencia. Las empresas españolas participaron activamente de ese proceso. Fueron años muy fructíferos»

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