El agua siempre busca un camino
Madrid 4 de noviembre 2024.
Francisco Javier Martín Carrasco
Catedrático de Ingeniería Hidráulica
Director de CaminosUPM (2013-2022)
Escuela de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos
Universidad Politécnica de Madrid
El agua siempre busca un camino. Nuestra seguridad se basa en facilitarle ese camino y procurar que esté libre de obstáculos en el momento que decida utilizarlo. Ese momento llega, sin previo aviso, una vez cada muchas décadas y solo durante unas horas. A una sociedad convencida de haber dominado su entorno, le resulta difícil aceptar que el agua actúe así, sin respeto por nada ni nadie que se interponga. Es la misma falta de respeto que demuestran terremotos, tsunamis, volcanes y huracanes cuando se rigen por sus leyes naturales. Afortunadamente nuestro progreso tecnológico nos permite entender estos fenómenos (parcialmente) y, dentro de lo posible, cuantificarlos e ingeniar soluciones que nos protegen hasta un cierto nivel de seguridad, no total, pero sí muy elevado.
Todavía estamos en el momento de llorar, rescatar, consolar y amparar a las víctimas. Los ciudadanos están desolados e indignados y las autoridades tratan de afrontar la situación crítica a la vez que miden cómo se van a distribuir las culpas. Mientras que la sociedad siga sensibilizada por este desastre, existe una oportunidad para concienciarla de la necesidad de emprender actuaciones y obras públicas que nos protejan frente a los inevitables eventos futuros. Antes o después esta desgracia caerá en el olvido, como las anteriores, y la necesidad de protegernos se desvanecerá.
Más que a nosotros, estas actuaciones estarán destinadas a nuestros sucesores. Aunque los ciudadanos actuales posiblemente no veamos sus beneficios, estamos obligados a asumir sus costes a todos los niveles. Así hicieron nuestros predecesores y, como hemos podido comprobar, su previsión ha salvado miles de vidas.
Durante estos días, los expertos, y otros no tanto, pontifican sobre el desastre. Se habla de limpieza de cauces, de presas, de desvío de ríos, de cauces alternativos, de predicciones meteorológicas, de avisos tempranos, de descoordinación de las instituciones, de planificación urbana, de edificaciones en las riberas, de encauzamientos, de obras franquistas, de cambio climático, etc. Todos tienen parte de razón, aunque algunos usan estos argumentos con fines ideológicos o para atacar al adversario.
Pero, cuando se analiza con más detalle, la gran mayoría coincide y acepta, unos por conocimiento y otros por intuición, que cualquier solución real recae en el ámbito de la ingeniería. Tan necesarias son las infraestructuras para laminación de avenidas y encauzamiento, como lo es asegurar el flujo del agua en los cauces manteniéndolos limpios y aliviar la presión urbanística sobre las riberas. También conviene recordar que el agua no reconoce fronteras administrativas, solo las naturales de su cuenca hidrográfica, y que los ingenieros españoles están reconocidos entre los mejores del mundo.
Actuemos ahora. Más allá de las lógicas y sentidas condolencias, éste sería el tributo que podemos ofrecer a las víctimas de esta riada; un legado que salvará a sus hijos y nietos.
Qué maravilla es leer a alguien experto, sensible y con sentido común. Gracias y ójala no sólo se escuche a la ciencia sino que se le financie lo suficiente y más para que actúen y ejecuten planes para la salvaguarda de la vida humana, animal y vegetal. El pueblo tiene que actuar ya para poner freno al vergonzante y criminal despilfarro del Estado del Bienestar convertido en el bienestar del Estado. Gracias maestro por sus palabras.
Soy padre de una alumna de su Facultad.